Cuando enciendes una pequeña luz en una habitación oscura, lo que permanece en sombras no cambia de forma ni de lugar, ni desaparece. Simplemente lo ves como un espacio sin luz. Lo mismo ocurre cuando iluminas tu interior, cambiando tu mirada y viendo de otra manera la realidad que te rodea, con espacios de luz y rincones de sombra esperando a ser iluminados por ti.
Reconocer tus acciones y conocerte a ti mismo es el primer paso para lograr un cambio. Lograrlo es cuestión de tiempo y depende de tus decisiones y del resultado de los aprendizajes que adquieras.
El primer paso es descubrirlas, aceptarlas y tomar de ellas lo que nos pertenece, agradeciendo lo heredado y potenciando lo que nos ayuda a manifestar cada esencia a la luz de su potencial. La esencia es invariable, ya que si la persona cambia, ya no se reconocería de forma única e individual. Va más allá de las características que adoptamos en la personalidad, ya sea del entorno en el que nos proyectamos o de lo que heredamos.
Cuando retiramos del campo de batalla de nuestra mente, y en consecuencia de nuestro cuerpo, los factores que nos influyen de manera condicionante desde lo biológico, lo psicológico y lo social, estamos en condiciones de descubrir nuestra esencia individual, esa característica que define nuestra existencia delimitada por los condicionamientos que rigen nuestros rasgos de personalidad adquiridos.
DESCUBRE QUIÉN ERES DESDE CÓMO ERES
Nuestra biología es una parte importante de quiénes somos.
Los genes formados por nuestro ADN desempeñan un papel fundamental en nuestra personalidad, la cual moldearemos según el aprendizaje que adquiramos desde nuestra esencia. Por lo tanto, nuestra esencia también depende de la herencia genética de nuestros padres; no es una influencia determinante, sino probable, ya que tenemos una predisposición que puede o no activarse según el entorno. Nacemos a través de tu óvulo y tu espermatozoide, que contienen toda la información genética y cósmica que enmarcará nuestra vida.
El factor psicológico desempeña otro papel importante en la reconstrucción de la esencia a partir de los rasgos de personalidad que la ocultaban o la distorsionaban. Lo que pensamos, lo que creemos y cómo percibimos el mundo crea un patrón cognitivo, conductual y afectivo de vínculo y existencia.
La crianza que nos brindan nuestros padres es un elemento clave en nuestra identidad y en la activación de nuestras predisposiciones genéticas presentes en los rasgos que nos definen. El entorno también establece, desde lo social, nuestra forma de integrarnos en la realidad, una forma de sentir, actuar y pensar sobre nosotros mismos. Nos moldea y define, llegando a identificarnos con ese patrón de comportamiento creado como si fuera propio, no adquirido.
Podemos decir entonces que la dimensión biológica crea un cuerpo humano; la psicológica genera la identificación individual y social, que a su vez lo moldea.
En cualquier momento podemos revertir o repetir. Es nuestra elección poder hacerlo para sanar.
Somos cambio en continuo movimiento y expansión. No todo está predeterminado por lo biológico ni condicionado por las estructuras sociales. Podemos elegir lo que queremos ser en cada momento de nuestra vida.
¡Hoy es una buena oportunidad para empezar a hacerlo!
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